lunes, 26 de mayo de 2008

Retenciones ¡Ni un paso atrás!

¿Alcanzarán 100.000 pesos mensuales para parar la olla?
RETENCIONES: NI UN PASO ATRÁS
Escrito por Horacio Cesarini



Son la decrépita pero sobreviviente Unión Democrática que se reunirá en Rosario, desde Macri al Partido Obrero, desde Carrió al maoísmo.
RETENCIONES: NI UN PASO ATRÁS Por Horacio Cesarini 23-05-2008 La sedición oligárquica tuvo abundante difusión en los medios masivos de “desinformación”. Nada fue improvisado. Igual que el paro. Una consultora francesa, que asesora a los grandes sindicatos europeos, resultó la elegida por la Sociedad Rural para ser consejera en el conflicto. Es en ese marco que Todo Noticias transmitió durante más de dos meses, en vivo, al energúmeno de la ruta 14, el propalador de toda clase de amenazas contra las medidas adoptadas legítimamente por el gobierno y contra el gobierno mismo. Este Blumberg rural, pasa los vales de gastos de hospedaje, comilonas y de combustible del Piper en que se mueve de piquete “paquete” a otro, a la CRA y la Sociedad Rural, y las cajas chicas de esas entidades, necesitadas de una cara “popular” para poner al frente del “reclamo” agrario, pagan agradecidas. La única y verdadera ocupación de este conspirador, como la de muchos otros que protestan al costado de la ruta entre asado y mate, es la de rentista, si se la puede llamar ocupación. Y cuál es el negocio de estos falsos productores rurales: alquilar sus “campitos” para obtener una extraordinaria renta anual que invierten luego en otros rubros, como el de la construcción de lujo, cuando no la despilfarran en vehículos de alta gama. En la ExpoAgro de marzo pasado, en Armstrong, se vendieron dos autos por hora. (Fuente Revista info Auto de abril). El diario La Nación informó en el suplemento Economía & Negocios del 22-05-08, bajo un título llorón ...“por la incertidumbre”, que la renta anual por el alquiler de un campo de 1000 hectáreas es de u$s 400.000.-, (cuatrocientos mil dólares), o u$s 33.333,33 por mes (treinta y tres mil trescientos treinta y tres dólares por mes), es decir, mil ciento once dólares por día. ¿Alcanzarán 100.000 pesos mensuales para parar la olla? Y los inquilinos rurales, los llamados “pool sojeros” qué hacen: la mayoría de ellos, como pudo comprobar la AFIP, realizan prácticas de evasión, subfacturando precios a través de operaciones de triangulación e intermediarios fantasmas y de yapa tienen al poco personal que ocupan en “negro” (en “negro”, por los esclavos negros que trabajaban sin ningún reconocimiento ni paga). El campo ¿Nos da de comer a los argentinos? Otra de las zonceras de las que lanzan a repetición no pocos periodistas y los bloqueadores de rutas, es que el campo mantiene a la Argentina. Según los datos, que recogimos de los grandes diarios de Buenos Aires, en los últimos seis años el empleo en la industria subió el 45% (en 2002 había 68.000 metalúrgicos sindicalizados, hoy hay casi 250.000). En servicios subió un 30%; en empleo público, siempre en el mismo período, 18%; en la construcción el 22% y en el sector agropecuario, el que nos da de comer a todos los argentinos, el 2%. De lo recaudado por Impuestos a las Ganancias sumada toda la actividad del país sólo el 3% proviene del campo. Y los impuestos inmobiliarios recaudados son ínfimos en relación a los precios actuales por hectárea.

Mientras a Doña Rosa, que alegremente golpea la olla en la Av. Santa Fé y Callao, le aumentaron el 250% el impuesto por su departamentito, los inmobiliarios rurales permanecen congelados desde hace 6 años. Para no hablar de los insumos. “No podemos pagarlos”, “sus precios se duplicaron en dólares”, claman los ricos herederos del Grito de Alcorta frente a los cientos de micrófonos que la prensa venal pone a su alcance.

La incidencia real del gasto en los famosos insumos con relación a lo recaudado por la cosecha es del 2%. Se entiende ahora por qué los dirigentes rurales resisten la sanción de la modificación legal del régimen de retenciones, amenazando con un derrumbe de las exportaciones, el desabastecimiento de alimentos básicos para la población y desencadenando una espiral inflacionaria de la que culpan hipócritamente al gobierno. Lo difícil de entender es la posición de cierta clase media, o media clase o “medio pelo”, como la llamaba Arturo Jauretche, que golpea las ollas a favor de intereses tan ajenos como resulta la renta agraria. O la posición de la izquierda-izquierda que transpira la remera del Che por la causa de Monsanto o levanta la pancarta de Mao en la larga marcha a favor de Cargill o los trotkistas que de la revolución permanente pasan a ser funcionales permanentes de los intereses de la derecha oligárquica. Los victimarios se hacen las víctimas “El gobierno está contra el campo”; “el gobierno esta contra los medios de comunicación”; “el gobiernos está contra los partidos de la oposición democrática”; “el gobierno está en contra de la cúpula eclesiástica”; “el gobierno está contra el FMI”. Pero ¿Es el gobierno que está contra todos ellos o son todos ellos quienes están contra el gobierno? Son la decrépita pero sobreviviente Unión Democrática que se reunirá en Rosario, desde Macri al Partido Obrero, desde Carrió al maoísmo, desde la UCR al ala socialdemócrata de la CTA. De pelaje variado, “una larga fila de gorilas” prestará sus servicios a la oligarquía y las transnacionales colonialistas. No será la primera vez. Juntos enfrentaron a Perón, bombardearon la Plaza de Mayo y recibieron complacientes, en marzo de 1976, el golpe más sangriento de nuestra historia, terminando junto a Menem y Cavallo. Por eso es imprescindible la reconstrucción de un amplio frente nacional, popular, revolucionario y latinoamericanista, si fuese necesario impulsado desde la cumbre misma del poder, reeditando aquel que lanzara el Gral. Perón a mediados del siglo XX. Para ello habrá que convocar a los aliados históricos del justicialismo, a los que tenemos que decir y que hacer. Las retenciones de la discordia Por fin hagamos una breve y necesaria síntesis sobre qué son las retenciones, en el intento de neutralizar la andanada de mentiras que supuestos especialistas desparraman desde los medios. Son un impuesto que aplican algunos países (por ej.: Canadá y Australia) para amortiguar el traslado a los precios del mercado interno la fuerte suba en la plaza internacional de los alimentos o el petróleo. Si la soja quedará en nuestro país (se exporta el 95%) , sea bajo la forma de harina o de aceite, un alza de 100 dólares en la tonelada del producto, se traduciría en un aumento de la tonelada en el mercado interno de $317, al tipo de cambio del día de 3,17 por dólar. Para evitarlo se apela a las retenciones. Esto ejerce un efecto redistributivo sobre el resto de la población, porque termina pagando menos por lo que en el mundo cuesta más. Además el Estado puede subsidiar el gasoil, para que ese combustible tan preciado para la producción agropecuaria en general y el transporte de mercaderías y de pasajeros en particular llegue al consumidor a un valor menor al que rige en la plaza internacional. Quiénes son los confiscadores Las retenciones no son gravámenes discriminatorios de la producción agropecuaria, como se pretende hacer creer. Es un impuesto que no grava la producción sino la riqueza, es decir por las superganancias producidas por la escalada en los precios internacionales o para el caso, la propiedad de la tierra rural. Menos aún son “confiscatorios” como pregonan Grondona y Morales Solá, verdaderos dictadores de doctrina desde la tribuna mitrista. Si la renta quedará exclusivamente en manos de estos falsos productores o del los “pools sojeros”, ¿No se estaría confiscando la misma al conjunto del pueblo argentino? En consecuencia, las retenciones deben ser analizadas como un instrumento de distribución de ingresos y desde ese ángulo evaluar la legitimidad de la intervención estatal. En definitiva, a través de las retenciones el gobierno esta captando sólo una porción de la injusta redistribución de ingresos que como producto del fin de la convertibilidad enriqueció a los propietarios rurales a costa, principalmente, del empobrecimiento de los asalariados y otros sectores de la población. Y es sólo a través de las retenciones propuestas el 11 de marzo y que será posible delinear un plan agropecuario como reclaman las cuatro entidades sediciosas, sino un Plan Alimentario, el principal de los derechos humanos a establecer, que garantice proteínas y los alimentos imprescindibles para nuestros niños, jóvenes y abuelos.
¡Con Cristina por la Patria!

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