lunes, 17 de noviembre de 2008

PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN EN EL ACTO DE COLOCACIÓN DEL BUSTO DEL PRESIDENTE HECTOR CAMPORA EN EL SALON DE LOS BUSTOS
Jueves 13 de noviembre de 2008.



Muy buenos días a todos y a todas, al hijo y demás familiares de Héctor J. Cámpora.
Quiero contarles algo. Habíamos decidido oportunamente que el acto de emplazamiento del busto ex presidente constitucional Cámpora, en este Salón de los Bustos de la Casa Rosada, se realizara el día 17 de noviembre. Como todos ustedes saben el día 17 de noviembre es una fecha muy particular para los hombres y mujeres que militamos toda la vida en el peronismo, es el retorno, luego de 18 años de exilio, el primer retorno de Perón a la Argentina y fue instituido como Día del Militante. ¿Por qué? Porque precisamente ese retorno se hizo posible por los militantes.

Militantes que tuvieron diversas caras, anónimas algunas, conocidas otras; que tuvieron mucha virtudes, perseverancia de los trabajadores argentinos en adherir a la propuesta de un proyecto nacional, lealtad de dirigentes conocidos como Héctor J. Cámpora y la valentía de miles y miles de jóvenes que lucharon hasta lograr que Perón retornara al país. (Aplausos) Por la clara identidad de los trabajadores con esos ideales, por la lealtad de dirigentes como Héctor J. Cámpora y por la valentía de miles y miles de argentinos, ese retorno fue posible.

Ustedes ahora se preguntarán qué pasó que no lo hicieron el 17. Resulta que luego vino mi viaje, parto esta noche para Washington y la semana que viene voy a estar en el Magreb. Decidimos primero adelantarlo para mañana viernes, luego surgió lo del G20, entonces decidimos hacerlo hoy, y hoy también es un día particular, hoy es el día del pensamiento nacional porque se cumplen 107 años del nacimiento de otro gran argentino -bonaerense también-, don Arturo Jaureche. (Aplausos)

Cualquiera podrá pensar qué casualidad que tuvieron que ir posponiendo y finalmente cayó en un día tan importante como este, Pero yo no creo nunca, ustedes saben, en las casualidades, creo siempre muy fuerte en las señales, y que por esas cosas de la agenda presidencial finalmente hayamos tenido que hacerlo en este día, señala claramente que la historia en definitiva tampoco nunca se equivoca y coloca las cosas en su justo y debido lugar.

Yo quiero hablar de este nombre que fue sinónimo de la lealtad a Perón. Muchas veces intentaron..., recuerdo los años ´70 cuando se prohibía la elección del general Perón como presidente de los argentinos, y entonces se decidió que él, el delegado personal, fuera el candidato. Muchas veces se intentó emparentar o ridiculizar esa lealtad con la obsecuencia, es el recurso que siempre utilizan cuando quieren tirar abajo a aquellos hombres y mujeres que tienen una lealtad con los principios y con la militancia que han tenido toda una vida. (Aplausos)

Pero esos intentos obviamente duran un tiempo, lo que dura una noticia, lo que dura un análisis, lo que dura un comentario televisivo, radial o periodístico. La historia se maneja con otros tiempos y finalmente nunca se han podido imponer a la historia los comentarios coyunturales o circunstanciales que parecen importantísimos, terribles, trascendentes y definitivos cuando uno los lee, pero miren, quién se acuerda de aquellas cosas que se escribían, se acuerdan de este hombre que fue sinónimo de lealtad para con el líder de un pueblo.

Porque también se intentó decir que Perón era una cosa y Cámpora era otra. No, eran exactamente la misma cosa, eran la identidad de toda una historia de militancia, de principios junto a los trabajadores, a los intereses nacionales. Es cierto que la época que vivimos los argentinos en aquellos años difíciles, históricos, que no solamente atravesaban la Argentina sino el mundo; eran tiempos y vendavales de cambios, de cambios rotundos, de cambios definitivos, nos envolvió a todos, pero siempre, siempre debemos tomarnos todos un respiro y evaluar a los hombres y a las cosas que sucedieron exactamente en el contexto histórico nacional e internacional en que ellos vivieron y en que esos hechos se produjeron. Y yo no tengo ninguna duda de que este hombre, que para nosotros era "el Tío", el tío Cámpora, (aplausos) con el cual miles de jóvenes se incorporaron a la política en aquellas etapas. Algunos veníamos de hogares donde había un padre antiperonista y una madre y familia peronista, otros venían de familias decididamente antiperonistas todos y se incorporaron también. Eran las ansias de cambiar la historia, y el peronismo y su tarea de resistencia durante 18 años llamaba a epopeyas y a gestos de épica.

Este hombre se había incorporado al peronismo desde el conservadurismo, él era un conservador allá cuando nació el peronismo, cuando se parió el peronismo el 17 de octubre del 45 y se incorporaron conservadores, radicales, socialistas, anarquistas, porque el peronismo vino después, lo que surgió en ese momento fue la continuidad del movimiento nacional, que adquiere distintas caras en distintas etapas de la historia, pero que es siempre uno solo, la defensa irrestricta e irrenunciable de los intereses de los argentinos. (Aplausos)

Y con el Tío se ganaron aquellas memorables elecciones de 1973. Creo que va a pasar todavía un tiempo más de la historia hasta que podamos sentarnos realmente todos a analizar y repensar ese momento tan particular en la vida de los argentinos. Hace falta mucha inteligencia, mucha apertura para no recurrir a juicios apresurados, definitivos y la mayoría de las veces mediocres. Por eso este hombre, que significó la identidad de toda su vida en un ideario, su lealtad a quien fuera tres veces presidente de los argentinos y liderara el movimiento político más importante, tal vez el que más perdura de toda Latinoamérica, merecía este homenaje, porque el otro, el de la memoria y el de la historia ya se lo había ganado él solito.

Venimos nada más que a reconocerlo y a ponerlo en el lugar donde debe estar, junto a los otros hombres, y cuando yo termine mujeres (aplausos), que electos por la voluntad popular ocupan un lugar en nuestra historia, la historia de los argentinos. Muchas gracias y buenos días a todos y a todas. (Aplausos)

martes, 28 de octubre de 2008

"O luchamos y vencemos para consolidar las conquistas alcanzadas o la oligarquía las va a destrozar": Juan Perón

Este es Perón, a no confundirse compañeros!.
Reflexionemos, ¿las AFJP son "conquistas alcanzadas por el pueblo" o "una herramienta de la oligarquía" para quedarse con la plata de los trabajadores?.
No hay mucho que discutir: Cristina ES PERONISTA.

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domingo, 26 de octubre de 2008

Una mención a la Constitución

“El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e irrenunciable.”
Constitución nacional,
Artículo 14 bis

jueves, 23 de octubre de 2008

Claro, ahora son todos peronistas

Un día como hoy pero hoy los autores advierten una movida absolutamente irresponsable, mentirosa y tendenciosa para deslegitimar la estatización del sistema previsional a través de las palabras de Nuestro Conductor. El videíto lo vimos por primera vez en el blog de este "periodista", después llegó al diario de la vedette gorda de la calle Corrientes y ahora se extendió por toda la red. Resulta que ahora son todos peronistas. Ahora todos reivindican a Perón ¿Saben qué hizo Perón también? Estatizó diarios ¿Esa la bancan? ¿Y saben qué más hizo? Participó a los trabajadores de las ganancias empresariales ¿Saldrían a bancar esa ahora que son todos peronistas?

Lo peor de todo es que es verso. El sistema previsional que defendía Perón en esa famosa cadena nacional era el que había armado el peronismo, mediante la ley 14.370. A ver si agarramos el Google, periodistas. Un sistema de reparto solidario y controlado por los trabajadores, que aportaban a Cajas Previsionales, entidades de derecho público no estatal, intergeneracionales, con criterios absolutamente antagónicos a los de las AFJP. Ese es el sistema que la dictadura destruyó.

En 1942 la CGT elaboró un plan de seguridad social, acción reivindicativa que se potenció con la estrategia de legitimación del Estado para expandir los programas de previsión: en 1945 se creó la Caja de Empleados de Comercio y luego la Caja de Trabajadores de la Industria. En 1954 se crearon programas para los trabajadores rurales, independientes, profesionales y empresarios. El Estado intentó, fallidamente, incorporar a las Cajas al Instituto Nacional de Previsión Social con el objeto de centralizar la administración del Sistema Nacional de Previsión (SNP). A través de la Ley 14.370 se establecieron criterios homogéneos para el acceso a los beneficios y al cálculo de los haberes en los distintos regímenes comprendidos en el sistema. Este fue el paso hacia un sistema de reparto fundado en un pacto de solidaridad intergeneracional mediante el cual los activos financian con sus aportes los ingresos de los pasivos, desligando así el haber de jubilación del total de los aportes acumulados por cada trabajador o colectivo de trabajadores. A su vez, la ley estableció un criterio de distribución progresiva que se alteró en 1958, cuando una nueva ley, la 14.499, introdujo el criterio de proporcionalidad de los haberes en relación al salario (82% móvil).

Bajo el peronismo se implantó la idea de que la seguridad social debía constituirse en un mecanismo de redistribución garantizado por el Estado, abandonándose la idea del seguro privado bajo la cual habían surgido las primeras mutuales y Cajas de Jubilaciones. Con la ley 14.370 de 1954 el sistema se alejó definitivamente de la capitalización de aportes particulares para avanzar hacia un régimen de reparto, el cual funcionó bajo una suerte de pacto generacional implícito por el cual la generación presente de trabajadores sostiene a quienes ya abandonaron el mercado de trabajo.

Loco, paren de afanar un poco

www.undiaperonista.blogspot.com

viernes, 17 de octubre de 2008

SUBSUELO




Un día como hoy pero de 1945 se subleva el subsuelo de la patria. En este pasquín se ha cubierto in extenso el tema el año pasado, en una cronología que revisa los hechos sucedidos el nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, dieciseis, diecisiete y dieciocho de octubre. En la blogosfera, hoy hablan del tema Walter, Catanpeist y Manolo. Los Autores la completan con este textito de Raúl Scalabrini Ortiz, una de tantas obras maestras inspiradas por el suceso histórico de los trabajadores argentinos, de la que sale la famosa frase que describe tan bien la aparición del sujeto histórico peronista. Medio largo, pero lo recomendamos entero. Y feliz día compañeros, que este es un día peronista en serio.
Es increíble y hasta admirable el poder de persuaden y de ejecución de nuestra oligarquía. En el mes de octubre de 1945, el coronel Perón fue destituido y encarcelado. El país azorado se enteraba de que el asesor de la formación del nuevo gabinete era el doctor Federico Pinedo, personaje a quien no puede calificarse sino con la ignominia de su propio nombre. El Ministerio de Obras Públicas había sido ofrecido al ingeniero Atanasio Iturbe, director de los Ferrocarriles británicos, que optó por esconderse detrás de un personero. El Ministerio de Hacienda sería ocupado por el doctor Alberto Hueyo, gestor del Banco Central y presidente de la Cade, entidad financiera que tiene una capacidad de corrupción de muchos kilovatios.

La oligarquía vitalizada reflorecía en todos los resquicios de la vida argentina. Los judas disfrazados de caballeros asomaban sus fisonomías blanduzcas de hongos de antesala y extendían sus manos pringadas de avaricia y de falsía. Todo parecía perdido y terminado. Los hombres adictos al coronel Perón estaban presos o fugitivos. El pueblo permanecía quieto en una resignación sin brío, muy semejante a una agonía.

Con la resonancia de un anatema sacudía mi memoria el recurso de las frases con que hace muchos años nos estigmatizó al escritor Kasimir Edschmidt. "Nada es durable en este continente, había escrito. Cuando tienen dictaduras, quieren democracias. Cuando tienen democracia, buscan dictaduras. Los pueblos trabajan para imponerse un orden, articularse, organizarse y configurarse, pero, en definitiva, vuelven a combatir. No pueden soportar a nadie sobre ellos. Si hubieran tenido un Cristo o un Napoleón, lo hubieran aniquilado".

Pasaban los días y la inacción aletargada y sin sobresaltos parecía justificar a los escépticos de siempre. El desaliento húmedo y rastrero caía sobre nosotros como un ahogo de pesadilla. Los incrédulos se jactaban de su acierto. Ellos habían dicho que la política de apoyo al humilde estaba destinada al fracaso, porque nuestro pueblo era de suyo cicatero, desagradecido y rutinario. La inconmovible confianza en las fuerzas espirituales del pueblo de mi tierra que me había sostenido en todo el transcurso de mi vida, se disgregaba ante el rudo empellón de la realidad.

Pensaba con honda tristeza en esas cosas en esa tarde del 17 de octubre de 1945. El sol caía a plomo cuando las primeras columnas de obreros comenzaron a llegar. Venían con su traje de fajina, porque acudían directamente de sus fábricas y talleres. No era esa muchedumbre un poco envarada que los domingos invade los parques de diversiones con hábito de burgués barato. Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas de pingües, de restos de breas, grasas y aceites. Llegaban cantando y vociferando, unidos en la impetración de un solo nombre: Perón. Era la muchedumbre más heteróclita que la imaginación puede concebir.

Los rastros de sus orígenes se traslucían en sus fisonomías. El descendiente de meridionales europeos, iba junto al rubio de trazos nórdicos y el trigueño de pelo duro en que la sangre de un indio lejano sobrevivía aún. El río cuando crece bajo el empuje del sudeste disgrega su enorme masa de agua en finos hilos fluidos que van cubriendo los bajidos y cilancos con meandros improvisados sobre la arena en una acción tan minúscula que es ridícula y desdeñable para el no avezado que ignora que es el anticipo de la inundación. Así avanzaba aquella muchedumbre en hilos de entusiasmos que arribaban por la Avenida de Mayo, por Balcarce, por la Diagonal.

Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de la Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor mecánico de automóviles, la hilandera y el peón. Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substrato de nueva idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad sin reatos y sin disimulos. Era el de nadie y el sin nada en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad que una sola palabra traducía: Perón.

(En Hechos e Ideas, febrero 1946.)