domingo, 5 de octubre de 2008

El escenario no es el mismo

por Héctor Pitluk


En el marco de la mayor intervención estatal de la historia del sistema capitalista, nuestros hidalgos ruralistas vienen por más.
Claro que las condiciones no son las mismas que hace 7 meses cuando se lanzaron a las rutas cobijados, en gran medida, por la perplejidad de una sociedad que los veía salir por primera vez y a cara descubierta, a pelear por sus intereses cortando rutas, arrogándose derechos que no les corresponden y desabasteciendo el país.
La Sociedad Rural estrena nuevo presidente. “No queremos ir a tomar café y darnos besos en la mejilla”, expresó Biolcati el martes.
La Federación Agraria vuelve con Buzzi con mandato renovado, lo que lo hace aún más temerario, y afirma que los cortes pueden volver si surge alguna “provocación” del Gobierno, lo que no deja de ser una amenaza.
Los dirigentes ya adelantaron que sólo están dispuestos a dialogar con el Gobierno si antes hay algún anuncio concreto, que es lo mismo que no dialogar si no se hace lo que ellos quieren.
¿Pero qué es lo que quieren? Esta vez lo esconden en una nebulosa, pues los argumentos de que las retenciones de la Resolución 125 eran confiscatorias han caído luego del famoso voto “no positivo” del vicepresidente. Quieren hablar de la carne, el trigo y la leche, algo así como que los industriales del calzado digan que quieren hablar de los ojales, los cordones y la media suela. Lo que esconden es que pretenden subsidios, prerrogativas y favores que ninguna de las otras actividades productivas reciben.
La eliminación total de las retenciones saben que no va a ser aceptado por la sociedad en su conjunto, así que lo van instalando de a poco, pues es lo que realmente quieren.
Durante 7 meses se han cansado de mentir y abusar del poder económico que sustentan y la población ya lo ha percibido.
Es difícil que incluso en las localidades del interior consigan el apoyo que tuvieron durante los primeros 120 días del conflicto. Pero hay que tener cuidado pues los movimientos que están realizando ahora son los mismos que hacían en marzo para desatar el conflicto y aunque no consigan el mismo aval sólo hacen falta dos o tres empresarios rurales con algunos de sus empleados para cortar una ruta, y provocar incidentes para luego culpar al Gobierno.
El capitalismo financiero tambalea en el norte, las oligarquías latinoamericanas retroceden por un momento en Bolivia y Ecuador, pero la nuestra, siempre a la vanguardia, insiste.
Esta vez, quizás, la sociedad no lo permita.

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